13.3.11

As Queer as a Doppelgänger



Entender sin nunca haber sabido,
Lo que verdaderamente era el olvido
Cuestión recurrente ante la desolación
De una mente vacía y sin razón.

Es que no queda claro aún que las palabras
Se crearon para no solo para no solo pronunciarles,
Sino para vivir por ellas y bajo el peso de cuya
Lengua iletrada desconoce el significado de aquellas letras
Juntas tan crueles, tan mortales.

No es que no pueda después de todo entender
Sino que no tengo la necesidad de saber
Todos aquellos motivos que en el recuerdo de tus labios
Emanantes de fantasmas que vagan mi cabeza sin dar espacio a nuevos desvaríos.

La necesidad de saber que todo aquello no traerá
Ni un solo beneficio en lo absoluto,
Ni hoy ni nunca.

Esta noche sin más compañía que que mi pluma
Escupiéndole recuerdos a algunos trozos de papel
Que no son más que estragos de un capítulo de la historia que decidí arrancar;
Escribo hoy que hasta en sueños el subconsciente me traiciona,
Que a pesar que todo el pasado murió y el mundo gira y gira
No se asimila la desdicha que me resulto tu partida.

 Uno entiende en medida de lo que necesita saber, mi caso es pues,
Que yo sé más de lo que puedo entender.
Se me negó el privilegio de la ignorancia, fui privada de la dicha
de poder ser incapaz de dejar la vida que tenía antes y vivir,
Esa la paz recurrente que solamente otorga el nada.

El nada erróneamente entendido en función de ausencia  total,
Puede ser resumido y/o interpretado como la salida más concurrida
De aquel que no tiene a donde ir.
El clímax, la culminación de todo,
El borde de la copa en donde la calma pierde su nombre
Y la euforia descansa.

Un principio, ni un final tampoco; un punto medio quizás,
Es lo que es y no hay más.

La caída del péndulo, el solté de las riendas
Es una de esas noches donde los recuerdos te persiguen hasta topar pared
Y las promesas rotas forman parte de un vitral que cubre tus ojos.
Una de tantas que tuve, donde un cigarro no es suficiente y beber de tu boca resulta demasiado.

A la ventana intrusa, al susurro de los vientos otoñales del cruel noviembre.
Gracias a todas las cartas suicidas botellas asesinas,
Directas indirectas y miradas furtivas, a todos ellos
Que hacen el paso por la vida cada vez más llevadero.

Llegara el día en que sin memoria me vallan a dejar?
Quizá, solamente quizá, ese día pueda decirte de frente
Todas las bendiciones que te deseo en la vida.

Pero por ahora, tengo un montón de recuerdos que olvidar,
Otras tantas cicatrices que ocultar y unos cuantos raspones más que sanar,
No queda otra opción. Con el tiempo iré echando de menos todo el pasado 
Que he ido quemando, añorado esa eternidad que concluyó en un día
y él para siempre que no fue otra cosa que un certero jamás.
Solo una cosa he de pedir, que por favor te cuiden y te sepan valorar;
y porque no? que también te lleguen a amar.

Adiós, como al cuervo que reposa en mi cabecera,
Susurra a mis oídos  mientras engulle mis ojos
Para no volverte a mirar jamás, como primera y única ves en la 
Vida aquel cuervo me decía nunca más. 

2 comentarios:

  1. Un poema tuyo pesa diez de los míos. Me pregunto de donde sacas tantas palabras, a mí se me escapan.

    ¡Ya era hora que reaparecieras!
    "Se me negó el privilegio de la ignorancia, fui privada de la dicha
    de poder ser incapaz de dejar la vida que tenía antes y vivir,
    Esa la paz recurrente que solamente otorga el nada."
    ¡Ya era hora!

    ResponderEliminar
  2. Escribes muy bien. Me ha gustado mucho^^
    Pásate por mi blog y dime q te parece: http://amormasalladelaunicidad.blogspot.com/

    ResponderEliminar